Además de los riesgos internos -que dependen de nosotros mismos- hay peligros que son consecuencia de factores externos.
Los riesgos externos son aquellos que no dependen directamente de nosotros. En unas ocasiones serán consecuencia del medio y en otras de terceras personas.
Al estar en la naturaleza, el tiempo nos afectará directamente.
No se trata de salir únicamente cuando la temperatura sea perfecta y el cielo esté despejado -no lo haríamos nunca-. Pero sí de ir convenientemente preparados para el frío, calor, lluvia, nieve, viento, etc. y evitar hacerlo cuando los fenómenos atmosféricos revistan peligro. Especialmente si existen alertas activas.
Vamos pisando el suelo. Es importante conocer el terreno por el que se transitará. No se avanza a la misma velocidad por asfalto o pista que por senda, campo a través, barro, arena, hielo o nieve. Además, afectan de manera diferente a la fatiga.
Hay que tener en cuenta que el estado del terreno puede variar. Las aguas torrenciales y nevadas pueden deteriorarlo significativamente.
En continuidad con el punto anterior, podemos encontrar caminos cortados, ya sea de manera temporal: por actividades peligrosas -caza o tala de árboles-, por conservación de espacios -repoblación-; o permanentes: camino particular cuyo dueño ha decidido que prohibir el transito por él.
La actividad cinegética -cacerías, monterías, batidas, etc.- puede suponer un riesgo para el senderista.
Cuando se trata de cacerías organizadas, es frecuente que exista una señalización adecuada. Sin embargo, en caso de perder la senda o atajar campo a través, puede no verse alguno de estos avisos.
Sin embargo, cuando hay uno o dos cazadores en solitario, no se suelen tomar tantas precauciones, por lo que es importante ir atentos y, en caso de oír disparos, tratar de ir por caminos principales -nunca campo a través- y colocarse alguna prenda visible.
Aquí la tecnología nos ayuda. Es mucho más sencillo situarse con una aplicación móvil que sobre un mapa.
Sin embargo, estos dispositivos no garantizan que no nos perdamos. Con ellos se pierde visión de conjunto. Muchas veces avanzamos sin sabe hacia dónde, simplemente siguiendo las indicaciones de la aplicación. Estas aplicaciones tienen una precisión limitada. Además, no siempre figuran todos los caminos, por lo que podemos confundirnos.
Si tenemos la mala suerte de quedarnos sin batería, de perderlo o de que se rompa, nos será más difícil regresar.
Por ello es importante tener clara la ruta, tratar de usar la intuición -aunque nos ayudemos de las aplicaciones- y saber hacia dónde nos dirigimos.
Por supuesto, no depender de un único dispositivo. Llevar al menos uno de respaldo.
Pueden ser salvajes o domésticos.
Generalmente, los salvajes son menos peligrosos. Suelen tener más miedo de nosotros que nosotros de ellos. Si no se sienten amenazados, es muy extraño que ataquen, pero hay que estar alerta.
En ocasiones pueden atacar por hambre. También existe la posibilidad de que nos perciban como una amenazada por invadir su territorio o interponernos entre ellos y sus crías.
Los animales domésticos, como perros pueden resultar más peligrosos. Aunque en la mayoría de casos ladran con la única finalidad de alertar de su presencia y evitar que invadamos el terreno que protegen, no hay que confiarse. Incluso cabe la posibilidad de que ya hayamos invadido dicha zona y estén tratarnos de expulsarnos.
Aunque se les oye a lo lejos, es importante estar pendiente de ellos cuando se transita por caminos por los que pudieran circular vehículos a motos.
Las bicis también pueden darnos algún susto -sin más silenciosas y en bajadas pueden alcanzar velocidades considerables-.
Lo ideal es caminar por sendas y caminos sin tráfico, pero en ocasiones no queda más remedio que compartir espacios. Además de ir alerta, es recomendable portar ropa llamativa, reflectantes e incluso alguna luz, especialmente en condiciones de baja visibilidad.
Lo habitual en montaña es encontrar buen ambiente. Casi la totalidad de las personas que te vas a cruzar están dispuestas a ayudarte si se lo pides -las peticiones más frecuentes están relacionadas con la ruta en sí-.
Pero en el mundo también hay gente mala. Poca y espero que no te la cruces, pero existe. Hay que ser cuidadosos con la información que se da a terceros sobre los planes propios, especialmente en entornos solitarios, apartados y por la noche.
Etiquetas: Seguridad en montaña, SenderismoEntre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.
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